LA FAMILIA Y LA ESCUELA

Se debate mucho sobre la importancia que puede llegar a tener las familias en torno a la educación de sus hijos. En base a mi experiencia, los padres no participaban de las decisiones que se tomaban en las aulas, tan solo un pequeño grupo representativo como es el AMPA y que pocas veces se comunicaba con el resto de padres, por lo cual no era una participación real. Por ello, analizaremos ahora en base a las lecturas realizadas que ventajas puede tener la participación familiar y cómo facilitar este proceso.


Cada familia posee diferentes visiones de la escuela y varían en sus expectativas en cuanto al éxito de sus hijos y la ayuda que les brindan. Es importante que estas experiencias se compartan entre sí y que los docentes puedan encontrar pautas de acción que les posibilite crear un curriculum a medida de sus alumnos y no alumnos a medida del curriculum.

La familia construye el medio en el cual los sujetos en formación reciben las primeras informaciones, aprenden actitudes y modos de percibir la realidad. Dado que nos estamos ocupando de los aprendizajes, debemos considerar los de la vida cotidiana. Todos los cambios y novedades que se produzcan en el sistema familiar contribuirán a producir cambios en los miembros en cada uno de los que lo integran, por lo cual la posibilidad de adaptación activa de una familia mejorará las posibilidades de aprendizaje. La familia favorece el apoyo emocional, la provisión de servicios y elementos materiales, la instrumentación de una guía cognitiva y facilita de los accesos a nuevos contactos.

“La escuela forma parte de la vida cotidiana de cada familia y por ello, solo por eso, ambas deben complementarse.´´ Kñallinsky (1999)

Las familias y las escuelas pueden mejorar la interrelación para contribuir a una mejora de la comunidad educativa. Los cambios propuestos desde el sistema son imposibles de llevar a cabo sin la intervención activa y responsable de todos los agentes sociales involucrados, ya que el cambio cultural no acontece solo en la escuela sino dentro y fuera de ella, sin poder delimitar donde empieza uno y otro.

Muchas veces la participación se resume en preguntarles a las personas qué les gustaría tener o realizar pero no siempre se incluye la pregunta de qué están dispuestos a hacer para obtenerlo. Es por ello que hay que asumir responsabilidades conjuntas, y esto es importante también para ser conscientes de que cada decisión cuenta y repercute en la educación del alumnado. Muy pocas veces son los padres quienes se preguntan que le puede suceder a sus hijos si no van acorde al resto. Generalmente creen que se debe a un trastorno, o responsabilizan al docente. Lo importante no es saber quién es el culpable sino saber qué responsabilidad le atañe a cada uno, y pensar que acciones puede realizar para contribuir a la solución del conflicto.

Los docentes deben explorar las teorías que tienen las familias sobre aprendizaje y reflexionar acerca del modo en que la aplicación de esta favorece o no el aprendizaje y la autonomía. Es aquí cuando entra la labor del profesorado y equipo docente: funcionar como medio para unir ambos ambientes, favorecer diálogos entre padres y profesores y aportar puntos de vista diferentes con argumentación para llegar a una buena decisión de acción final, en la cual las familias se sientan cómodas de participar. Si el profesional actúa como guía o como contradictor en lugar de proponer o proponerse como modelo a seguir, proporcionara un contexto de aprendizaje. Las redes estrechas restringen el ingreso de información. Ya que la cantidad de contradicciones y conflictos exige una mayor actividad del sujeto (familias) para resolverlo con novedades.

 Sarramona (2002), explica que son los padres los responsables tanto legales y morales de educar a sus hijos e hijas. La escuela no puede ni debe suplir esta responsabilidad. Por ello, se vislumbra la necesidad de que la participación de las familias dentro del contexto escolar sea una realidad, dando lugar a que el trabajo entre ambos sea de forma conjunta y colaborativa, buscando complementar los valores y pautas educativas. Debe pensarse en compatibilizar los aprendizajes que se dan en la escuela con los que se adquieren en la familia.

Los profesores tienen la responsabilidad de velar para que los padres cumplan con sus obligaciones escolares y compensar, dentro de sus posibilidades, las deficiencias derivadas de familias que actúan de forma negligente.

Factores directos que influyen en las malas relaciones familia-escuela:

  • La complejidad de la educación y la diversidad de intereses que confluyen en ella, junto con la discrepancia en los objetivos y expectativas que los padres y profesores se plantean, hacen difícil el encuentro y el consenso.
  • La desconfianza y recelo por el temor a que se adentren y se apropien del terreno de cada uno, la falta de autocrítica de sus propias acciones, la tendencia por ser protagonistas y el afán de responsabilizar al otro de los errores.
Aunque se lleguen a especificar los roles, es importante que el profesorado sea consciente que son ellos quienes deben facilitar e invitar a la participación de las familias en la vida del centro, así como aportar sus conocimientos profesionales en el debate para objetivar los puntos de vista.

Bibliografía:

  • Dabas, E. (1998). Redes sociales, familias y escuela. Barcelona: Paidós Ibérica.
  • Sarramona, J. (2002). La educación en la familia y en la escuela. Madrid: PPC.

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